jueves, 11 de septiembre de 2014

EL DETERIORO DE LA DIGNIDAD HUMANA

EL DETERIORO DE LA DIGNIDAD HUMANA EN
 “LA METAMORFOSIS” DE FRANZ KAFKA




“Todos los seres nacen libres e iguales en dignidad y derechos”
Declaración Universal de los derechos humanos (ASAMBLEA GENERAL DE LAS NACIONES UNIDAS, 1948)


Leer la obra “la metamorfosis” (1915) de Franz Kafka (1883-1924) es entrar en un lugar muy visible de verdades que se ven con ojos tapados. Para la humanidad dichas verdades pueden traerse al frente como identificación dentro de la sustantividad de grandes cantidades de personas que habitan el vasto mundo. No es difícil reconocer bajo los caudales del homicidio de la esencia de la persona, los conceptos que demuestran el deterioro y la destrucción de la dignidad humana como verdad inoculante al sentido de las sociedades conformadas por las masas. Vivir en un planeta que difícilmente se salva de la destrucción provocada por  sus mismos habitantes puede ser indicio de que el hombre actúa para sus intereses en un egoísmo obcecado sin más limitantes que los que le imponga tan solo su misma naturaleza. Si el mismo hombre no ignora la destrucción de su hábitat por su mano, dicho de esta manera  por Miguel Delibes “Entre la supervivencia de un bosque o una  laguna y la erección de una industria poderosa, el hombre contemporáneo no se plantea problemas: optará por la segunda” (Delibes, M., & Piatti, C. , 1988)  y  sin embargo lo hace, ¿qué podríamos esperar de asuntos como el respeto a la mismísima vida humana?

Sin apreciar el valor absoluto de la naturaleza misma, las personas también optamos por acabarnos unos a otros y deteriorar a menudo nuestra dignidad. Resulta un poco consternado, el hecho de que la dignidad, inherente a toda persona, se vea afectada por la misma humanidad y que sin pensar en el papel que jugamos o el rol que desempeñamos, las personas no veamos la necesidad apremiante de ganarle la batalla a la indiferencia, en la que nos instruye el consumismo, la vanguardia de las pequeñeces propuestas como enormes necesidades, y el maravilloso mundo del mercadeo, sea este legal y “beneficioso” o del otro lado maléfico y perjudicial, asociado a las drogas, la prostitución, la explotación y, desde el propio núcleo familiar, a desechar a un miembro por ser declarado bajo una circunstancia en particular en total inutilidad.

En esta última afirmación quiero centrar lo que se escriba de aquí en adelante. Kant, desde su Imperativo categórico plantea: “Obra de tal modo que uses a la humanidad, tanto en tu persona como en la persona de cualquier otro siempre como un fin al mismo tiempo y nunca solamente como un medio” (Kant, 1785) y no podría definirse mejor la dignidad humana, siendo esta la condición especial que emboza a todo ser humano y le hace diferente a los demás seres, revistiéndole desde el nacimiento hasta la muerte.

En la metamorfosis, la humanidad del protagonista llamado Gregorio Samsa, empieza a deteriorarse, cuando este se convierte sin lugar a dudas, en alguien importantísimo pero no como un ser ensimismado, sino como alguien a quien se necesita para otras finalidades. Un trabajo con el que Gregorio no está muy a gusto y en el que se siente cansado, un padre retirado del trabajo desde hace ya un buen tiempo, que a juicio de Gregorio se ve sin alientos, fatigado, que tal vez le cuesta abandonar la cama;  una madre que no puede moverse mucho por sus problemas respiratorios y una hermana que por su corta edad, está supeditada a las decisiones y recursos de quien provee para el hogar, que en este caso es Gregorio Samsa; ellos constituyen las personas con las que, en lo más próximo se relaciona.

Si bien, para el protagonista, el estar manteniendo a su familia, le permite estar orgulloso, también es cierto que se refleja como a alguien que está siendo utilizado por los de su casa. No está bien que una persona olvide casi que su progresión humana para, como dice Kant, citado ya antes, volverse solo el medio para la consecución de las cosas o para lograr algo solamente. Gregorio está bajo el manto de una deuda por pagar y por ella es que se desvive, hasta el punto de sufrir un gran stress enfermizo. Sin embrago, el padre mantenía una pequeña caja fuerte guardada, mostrando el texto, que la deuda por la cual había situación de angustia en el personaje, pudo haber sido pagada antes, como lo piensa Gregorio: “Cierto que con ese dinero sobrante podía haber pagado poco a poco la deuda que su padre tenía con el dueño, y haberse visto libre de ella mucho antes…” (KAFKA, 1915)

Por otro lado, para los seres humanos, el vernos incluidos en los momentos sociales, y, ayudados por nuestros pares, funda una razón de humanidad. Nótese así en el siguiente párrafo que refiere: “Se sintió nuevamente incluido entre los seres humanos, y esperaba tanto del médico como del cerrajero acciones insólitas y maravillosas” (KAFKA, 1915)

Si una persona no es útil dentro del círculo de interacción, o se le excluye, muy difícilmente podrá llevar una vida normal, sin complejos o depresiones. Y así constantemente en nuestra sociedad vemos casos en los que los abuelos; esos personajes que tanto tienen para contarnos y enseñarnos y que con gratitud y orgullo podríamos recordarlos como Borges a su abuelo: “Vuelvo a Junín, donde no estuve nunca, a tu Junín, abuelo Borges.

 ¿Me oyes, sombra o ceniza última, o desoyesen tu sueño de bronce esta voz trunca?... Te imagino severo, un poco triste; quién nos dirá cómo eres y quién fuiste” (Borges, 1964), se encuentran relegados a una habitación en el mejor de los casos. Son omitidos, ignorados como si no tuvieran nada que aportar o nada que decir, tan solo porque la vejez como indiscutiblemente a todos, si se llega al final de los días,  los miró. Esta mención relega la humanidad al nivel de un bicho extraño o a algo sin importancia de lo que se descansaría si desaparece.

Asimismo, en la obra se puede notar también que los espacios afectan la dignidad humana mientras cambian. Luego de estar Gregorio un mes antes de que empezara tal situación, en su habitación en la que todo le era útil y en la que cada cosa tenía sentido, después de la transformación no. Con la pérdida de su humanidad, ya no requería un lugar con muebles que no utilizaría, sino más bien, un espacio libre para hacer lo que ahora en su nueva condición podía. Se movía diferente y trepaba por las paredes, por lo tanto necesitaba el espacio vacío, aunque él mismo se cuestionara del daño a su dignidad que esto le traería “¿Acaso quería realmente que se convirtiese aquella confortable habitación, con sus muebles familiares, en un desierto en el cual hubiera podido, es verdad, trepar en todas las direcciones sin obstáculos, pero donde en poco tiempo hubiera olvidado por completo su pasada condición humana? (KAFKA, 1915). 

Sin embargo, la habitación no se queda después de un tiempo vacía. Esta se convierte en un cuarto lleno de lo que sobra o estorba en la casa, incluso la basura adorna el lugar como aludiendo a que, incluyendo a Gregorio, todo lo que hay allí encerrado, son desechos de los que se debe librar la familia.

Vivir en un basurero no es un factor que se relacione a los seres humanos. Sobrevivir en esas condiciones es más bien una cuenta regresiva adelantada. Las personas nos relacionamos en ambientes en los que, nuestro cuerpo se siente acorde y saludable.

Por último, llegamos al punto en el que el personaje ya no es visto por la prole como el hijo y el hermano que un día fue, sino como un bicho. Tanto estorbaba, tanto era repulsiva su imagen frente a los demás, que llegó al estado del maltrato para ser alejado de la vista de quienes un día fueron sus parientes. Una manzana incrustada en su cuerpo de insecto probaría que cuando no se es visto como persona, solo queda esperar recibir los proyectiles del desprecio inhóspito. Así, siendo agredido por el padre, se dejó ver en la singularidad del asunto, como un sujeto que, después de ser miembro de una familia y además prestar gran utilidad, ahora se le da el trato no de humano sino de un  animal;  es decir, ha perdido su dignidad.



 Realizado Por: Edwin Mauricio Padilla Villada

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Bibliografía


ASAMBLEA GENERAL DE LAS NACIONES UNIDAS. (1948). DECLARACION UNIVERSAL DE LOS DERECHOS HUMANOS.
Borges, J. L. (1964). El otro, el mismo.
Delibes, M., & Piatti, C. . (1988). El mundo en la agonía. Círculo de Lectores.
KAFKA, F. (1915). LA METAMORFOSIS.
Kant, I. .. (1785). Fundamentación de la metafísica de las costumbres. Centaur.




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