En el texto “La
Metamorfosis” (1915) de Franz Kafa (1883 – 1924), existen doce alusiones
directas al dolor. Este intento de ensayo sin hacer apología al sufrimiento, es
el rastreo a la pista que he elegido para hacer un seguimiento al vestigio
explícito del dolor padecido por Gregorio Samsa.
Estamos ante una obra
literaria de perfecta construcción narrativa, donde las acciones se hilvanan de
una manera tal que el lector va sintiendo el progresivo cambio en las
circunstancias que rodean a los personajes. La literatura nos invita entre
muchas otras cosas a sentir, y en ese
orden de ideas, identificar el dolor que siente Gregorio es un vestigio clave
para comprender la angustia, la soledad y la desesperanza del protagonista, lo
cual nos sirve a su vez para entender parte de la dimensión existencialista de
la obra.
Con base en la descarga
de la versión de “La Metamorfosis” (1)
que está colgada en Ciudad Seva (página recomendada por el Maestro Guillermo
Ánjel), voy a presentar en orden de aparición el sondeo a las instancias donde
figura en forma directa y explícita el término dolor.
En la página uno:
“cuando comenzaba a notar en el costado un dolor
leve y sordo que antes nunca había sentido”, es cuando Gregorio empieza a notar
la monstruosidad de su cambio físico.
En la página tres al
intentar el protagonista comunicarse verbalmente con su madre, expresa el
narrador: “Escuchó una voz que, evidentemente, era la suya, pero en la cual,
como desde lo más profundo, se mezclaba un doloroso
e incontenible piar”, situación que indica el desconcierto generado.
También hacia el final
de la misma página tres, cuando Gregorio intenta recuperar la cotidianidad de
su rutina matinal, se dice: “Recordó que ya en varias ocasiones había sentido
en la cama algún leve dolor, quizá
producido por estar mal tumbado, dolor
que al levantarse había resultado ser sólo fruto de su imaginación, y tenía
curiosidad por ver cómo se iban desvaneciendo”, así nos vamos enterando de su
patética nueva condición.
Al principio de la
página cuatro, para referirse al caótico sistema de movimiento de sus patas, el
narrador expone: “entonces todas las demás se movían, como liberadas, con una agitación
grande y dolorosa”, aquí las
dimensiones de la angustia van cobrando un dramatismo sobrecogedor.
Y en el párrafo
siguiente de la misma página cuatro se refuerza el evento específico: “se
golpeó fuertemente con la pata trasera de la cama y el dolor punzante que sintió le enseñó que precisamente la parte
inferior de su cuerpo era quizá en estos momentos la más sensible”.
Efectivamente el marco inicial de la acción introductoria en cuarto de Gregorio
ya está dando al lector una imagen redonda sobre la calamidad del protagonista.
En el final de la
página cinco se dice: “Solamente no había mantenido la cabeza con el cuidado
necesario y se la había golpeado, la giró y la restregó contra la alfombra de
rabia y dolor”. Aquí la sensación
del dolor trasciende a las sorpresas físicas iniciales y se introyecta en el
alma del protagonista.
Avanzamos y en la
página ocho se menciona: “ya no prestaba atención alguna a los dolores de vientre, aunque eran muy
agudos”, como un progresivo deterioro integral que sume al protagonista en la
resignación.
La palabra dolor
regresa de manera directa en la página doce cuando en un dramático pasaje con
su padre Gregorio es obligado a regresar a su habitación: “las patitas de un
costado estaban colgadas en el aire, y temblaban, las del otro lado permanecían
aplastadas dolorosamente contra el
suelo”.
El narrador vuelve a
reiterar el término dolor solo hasta un avance considerable en la página
veintidós cuando el padre de Gregorio lo impacta con una manzana en su espalda:
“Sin embargo, otra que la siguió inmediatamente, se incrustó en la espalda de
Gregorio; éste quería continuar arrastrándose, como si el increíble y
sorprendente dolor pudiese aliviarse
al cambiar de sitio”, lo cual da cuenta de un momento donde ya es evidente la
repugnancia de la familia ante el protagonista.
Justo iniciando el
capítulo III, en la página veintitrés hay un énfasis en el angustioso estado
del personaje en cuestión: “La grave herida de Gregorio, cuyos dolores soportó más de un mes -la
manzana permaneció empotrada en la carne”, nos remiten a la situación
desesperada que plantea el texto al llegar un estado casi insostenible para
todos los integrantes de la familia.
En la página
veinticuatro cuando el personaje parece estar a límite del aguante, el narrador
lo confirma: “La herida de la espalda comenzaba otra vez a dolerle a Gregorio como recién hecha”, es un referente incisivo al
estado degradado y humillante del protagonista ante la impotencia de su
condición.
La última mención
explícita de la palabra que se toma como rastro y vestigio, se registra de
manera expresa hacia la página treinta y cinco cuando la agonía de Gregorio ha
logrado llevarlo al borde de la muerte: “Bien es verdad que le dolía todo el cuerpo, pero le parecía
como si los dolores se hiciesen más y más débiles”, y así justo al final del
párrafo el protagonista por fin fallece.
A manera de colofón
presentaré otros momentos donde sin bien la palabra dolor no aparece expresada de
manera directa, es muy evidente que se sufre de una relativa congoja por el contexto de las situaciónes
dentro de la historia; son en total siete instantes donde se puede deducir
algún nivel de dolor:
En la página doce: “Su
costado izquierdo parecía una única y larga cicatriz que le daba desagradables
tirones y le obligaba realmente a cojear con sus dos filas de patas”.
Al iniciar la página
trece: “No sólo comer le resultaba difícil debido a su delicado costado
izquierdo”.
En la página diez y
siete: “Si Gregorio hubiese podido hablar con la hermana y darle las gracias
por todo lo que tenía que hacer por él, hubiese soportado mejor sus servicios,
pero de esta forma sufría con ellos”.
En la página diez y
ocho: “incluso después de semejante caída”.
Más adelante en la
página veintiuno: “un frasco se cayó al suelo y se rompió y un trozo de cristal
hirió a Gregorio en la cara”.
En la página
veintitrés: “Gregorio ahora, por culpa de su herida, probablemente había
perdido agilidad para siempre”.
Y el último pasaje de
este talente se ubica en la página veinte cuatro: “las mujeres confundían sus
lágrimas o simplemente miraban fijamente a la mesa sin llorar”.
Es evidente que la
sensación de dolor físico o en su versión sentimental, cruza la historia con
diversos niveles de intensidad. Es un vestigio que seguí para demostrar esa presencia
incómoda que dimensiona la tragedia sufrida por Gregorio y por reflejo también afectando
a los integrantes de su familia. En la lectura de “La Metamorfosis” encontramos
sentimientos encontrados, profundas impresiones de atormentado patetismo que Franz
Kafka logra plasmar con la precisión de su genialidad narrativa.
Cibergrafía:(1)
ciudad seva, La metamorfosis, [Cuento
largo. Texto completo.], Franz Kafka http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/euro/kafka/metamor.htm
[consulta: domingo, 23 de agosto de 2014]
ALUSIONES AL DOLOR EN
“LA METAMORFOSIS” DE FRANZ KAFKA
JUAN CAMILO POSADA
ARRUBLA
DIÁLOGOS LITERATURA Y
CIUDAD
DOCTOR
GUILLERMO ÁNJEL
AGOSTO 30
UNIVERSIDAD PONTIFICIA
BOLIVARIANA
MAESTRÍA EN LITERATURA
MEDELLÍN
2014
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